Sebastiana Díaz Romero: la memoria de Tomares

Con ochenta y dos años a sus espaldas, Sebastiana continúa interesada en la actualidad y convencida de la necesidad de luchar por la igualdad y la libertad. Se asoma al zaguán de su casa en Las Cuatro Esquinas, como si oteara el horizonte, protegida por los muros que nos cuentan su vida tanto como ella misma. Aunque se queja de algún achaque, su relato transmite la verdad de su historia y sus convicciones.

Nacer en 1938, en plena guerra civil, y que la llamasen como su tío Sebastián, tal vez la marcó para siempre. O quizás el ejemplo de su madre, que jamás renegó de sus ideas y el amor por su hermana y sus sobrinos, a los que ayudó a criar como si fueran sus hijos.

Cuenta Sebastiana que empezó a trabajar con 13 años en un almacén de aceitunas situado frente a la actual Peña Sevillista. En plena recolección, llegaban a estar empleadas cerca de 400 mujeres. Allí empezó a tomar conciencia de la discriminación en la que vivía. Apenas una decena de hombres mandaban sobre todas ellas, que según sus propias palabras no eran más que “chiquichancas”. 

-Sí, señor.

-Sí, señor.

Esta era la letanía habitual en el almacén. Tanto es así que le recuerda a la novela “Los Santos Inocentes” de Miguel Delibes.


Uno de los hitos más importantes de su vida, fue cuando comenzó a trabajar en la fábrica de muebles en los años 70. Por primera vez, sintió que recibía un trato justo e igualitario, pues fue tratada al mismo nivel que sus compañeros masculinos y con el mismo salario. Durante aquellos años se involucró en la lucha por los derechos laborales, en concentraciones y encierros de la fábrica, hasta conseguir que los trabajadores y trabajadoras se constituyeran en cooperativa.

Se siente especialmente orgullosa de aquellos años cuando recuerda que cada ocho de marzo colocaba a la entrada del edificio un papel de estraza en el que había escrito con tiza: DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA.

Socialista, por historia y convicción, Sebastiana fue la primera mujer de Tomares que formó parte de una candidatura del PSOE a las elecciones municipales. En más ocasiones participó, aunque nunca quiso ir en puestos de cabecera. Colaboraba en las campañas electorales repartiendo propaganda y pegando carteles junto a sus compañeros de partido.

Sevillista de corazón, también fue la primera tomareña en acudir a un partido de fútbol.

Reconoce haber sido muy criticada por ello, ya que las mujeres apenas tenían espacio más allá de la casa y la vida familiar. 

Sin duda, Sebastiana Díaz es una mujer valiente que fue capaz de romper moldes en tiempos adversos.

“Hay que seguir luchando, porque todavía no está todo conseguido”, insiste.

Su madre, también socialista, le inculcó ese espíritu de rebeldía. Dos años antes de su nacimiento, Sebastián Romero, hermano de su madre, fue detenido con 19 años junto a 42 hombres y una mujer de Tomares, pocos días después de la rebelión liderada por Franco y que dio lugar a la guerra.

Estos vecinos de Tomares, la mayoría pertenecientes a la agrupación socialista, permanecieron presos en una cuadra de la Hacienda Santa Ana, el actual Ayuntamiento.

La madre de Sebastiana lo visitaba a diario hasta que los trasladaron al barco Cabo Carvoeiro, propiedad de la familia Ybarra que, atracado en el Puerto de Sevilla se había transformado en prisión flotante. En una de sus visitas, le informaron que su hermano Sebastián ya no se encontraba allí. A partir de ese momento, engrosaba la lista de víctimas, desaparecidos y represaliados del franquismo.

“Nunca hubo acusaciones formales contra ninguno de los 43 fusilados, en su mayoría fueron detenidos por rumores o sencillamente por ser considerados de izquierdas” (Tomares. De la II República a la Guerra Civil, Fernández Albéndiz M.C.)


La historia de Sebastián Romero y los demás tomareños no cae en el olvido en el número 1 de la calle Calvo Sotelo. Cuando la hermana de Sebastiana contrae nupcias con Manuel Carvajal, ambas familias aúnan la remembranza de las víctimas, pues el padre de Manuel también se encontraba entre los tomareños represaliados.

Con la muerte del dictador y el inicio de la Transición, comienzan a solicitar la documentación para hallar los cadáveres de sus familiares y años más tarde constituyeron la Asociación de Memoria Histórica. Su finalidad, desde el principio, era dignificar a las víctimas.

Consiguieron que en un patio del Ayuntamiento se colocara una placa con el nombre de los 43 hombres y la mujer de Tomares víctimas del franquismo. Cada catorce de abril realizan un acto de homenaje, íntimo y familiar, al que cada vez acuden más personas.

En su empeño por no dejar de luchar por las libertades, se preocupa por las nuevas generaciones que desconocen qué significa vivir en una dictadura. Ha acudido en tres ocasiones a centros educativos de la localidad y considera que la Memoria Histórica debería estar presente en el currículum. 

Relata una anécdota de cuando su madre tenía una taberna en el zaguán de la casa. En la taberna servían vino, aguardiente… Corrían los años 50 y empezaban a verse las primeras Coca Colas. Un comercial trajo un expositor rojo para los refrescos. Un día entró un falangista del pueblo y al percatarse, ordenó a la madre de Sebastiana que retirara el mueble o lo pintara de azul.

Reconoce Sebastiana que ha ido a pocas manifestaciones; sin embargo, recuerda nítidamente la gran manifestación del 4 de diciembre de 1977, para la que fletaron un autobús desde Tomares, el recibimiento a los sindicalistas sevillanos encausados en el proceso 1001 o las protestas por el asesinato de Salvador Allende, presidente de Chile.

Sebastiana Díaz Romero es historia viva que pasea por las calles de Tomares y nos anima a continuar luchando porque todavía queda mucho por hacer.

 

PS: Este texto se ha escrito a partir de una entrevista con Sebastiana, aunque se ha consultado el libro de Mª del Carmen Fernández Albéndiz: Tomares. De la II República a la Guerra Civil. Ed. Aconcagua Libros

 

 

 

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